Esta es la historia de Derek Redmond, un atleta profesional que se preparó durante muchos años para la competición de su vida en las Olimpiadas de Barcelona en 1992.
Derek al lado de su padre que lo acompañaba en todas sus competiciones como un aliado incondicional y siendo Derek el favorito para ganar la carrera cayó víctima de una lesión en plena carrera, sólo faltando 150m para terminarla. Cuando los médicos se acercaban para socorrerlo, Derek, se levantó del suelo y comenzó a correr cojeando ante la sorpresa de todos los 65,000 espectadores y televidentes de todo el mundo, con un dolor insoportable y con la presión de lo que ya estaba haciendo, su padre sale al encuentro de su hijo para apoyarlo a finalizar la carrera y para llegar juntos a la meta.
Al final Derek Redmond termina siendo el más famoso de la carrera por su fuerza y decisión para llegar a la meta sin importar que ya había perdido.
En la vida nuestros padres juegan un papel muy importante y siempre estan cuando los necesitamos; por eso Dios nos anima a escuchar sus consejos:
Si asi es el amor de un padre terrenal, imaginese el amor de nuestro padre celestial:
Derek al lado de su padre que lo acompañaba en todas sus competiciones como un aliado incondicional y siendo Derek el favorito para ganar la carrera cayó víctima de una lesión en plena carrera, sólo faltando 150m para terminarla. Cuando los médicos se acercaban para socorrerlo, Derek, se levantó del suelo y comenzó a correr cojeando ante la sorpresa de todos los 65,000 espectadores y televidentes de todo el mundo, con un dolor insoportable y con la presión de lo que ya estaba haciendo, su padre sale al encuentro de su hijo para apoyarlo a finalizar la carrera y para llegar juntos a la meta.
Al final Derek Redmond termina siendo el más famoso de la carrera por su fuerza y decisión para llegar a la meta sin importar que ya había perdido.
En la vida nuestros padres juegan un papel muy importante y siempre estan cuando los necesitamos; por eso Dios nos anima a escuchar sus consejos:
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Atalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello.
Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; Hablarán contigo cuando despiertes.
Pro 6:20-22
Si asi es el amor de un padre terrenal, imaginese el amor de nuestro padre celestial:
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Mat 7:11
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